Entre 2018 y 2020, miles de cristianos y católicos en zonas rurales de Inglaterra vieron con impotencia cómo, una a una, las iglesias de sus comunidades eran robadas. En las noches, la feligresía asistía a misa y a la mañana siguiente descubría que los techos de sus templos habían sido robados. La racha de robos empezó en Somerset, al suroeste de Inglaterra y luego se extendió por decenas de condados, como Lincolnshire. Un grupo de