Libros quemados en 2024 (II)
El gato Lucas dormitaba panza arriba, en la postura de infinita confianza, y me acerqué a acariciarle muy despacio, para no turbar la imagen. Dejó que mesase su pecho suntuosamente blanco, y al poco entreabrió los ojos, transido de amor. Así se reconoce la vida a sí misma, en los nichos donde la benevolencia ha […]
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